sábado, 14 de abril de 2018

Nos vamos a Japón V

Primavera 2017 ❀

Del coche negro salió simplemente una pareja de japoneses que, sin pena ni gloria, desaparecieron en la oscuridad de la noche dentro de una de las casetas; vaya usted a saber el plan que tenían. Mira que me gusta "peliculear"... En fin, decido que el día ha tenido suficientes emociones y que es hora de retirarme a mis aposentos imperiales. Mi habitación-tatami me espera. "Mañana será un gran día"

Mañana, pasado y al otro...  Sinceramente, los cuatro días que estuve en Kioto fueron un auténtico placer para los sentidos. La ciudad tiene un encanto muy especial y derrocha tradición, historia, paz y belleza por los cuatro costados y costillas laterales. Paseen por donde paseen, miren donde miren, beban lo que beban, sentirán que están como en otro mundo, como en otra dimensión. "Uy, ya estamos levitando de nuevo..."

En Kioto se llevan los autobuses locales, esos de toda la vida, así que ya me ven con mis gafas de sol de colores y mapa de papel en mano, autobús pa'rriba, autobús pa'bajo, más feliz que un aprendiz.

Lo que me reí con el ritual de los conductores de autobús cada vez que hacen una parada y se ponen a despotricar. Ahí están ellos todo uniformados, enfundados en sus guantes blancos y gorra de capitán, y con un micrófono enganchado a la oreja, cual "una hamburguesa doble con queso", avisando de cada parada y agradeciendo eternamente a todos los pasajeros por haber decidido utilizar su autobús.

Cuando terminan el despotrique y cierran la puerta de nuevo, gesticulan con las manos no sé qué, me imagino como queriendo decir que allá vamos de nuevo... Un espectáculo.

Realmente el agradecimiento es porque en Japón se paga cuando bajas del autobús y no cuando subes. Y si alguien se escaquea, normalmente por desconocimiento, no crean que los conductores se achantan, no. Reaccionan cual jabalí en celo. Ay pobres, vaya comparativa me acabo de sacar de la manga.

Una vez apeado del autobús y la risa controlada -realmente la situación es muy surrealista- empiezas a callejear y a empaparte del espectáculo visual de templos, pagodas, jardines zen, cerezos...

De verdad, Kioto es para perderse y dejarse llevar.

Y como me resulta imposible transcribir todas las anécdotas, he decidido dejar para el recuerdo de este blog unas cuantas fotos resumen de mis días por Kioto y terminar aquí este teletransporte multitudinario que nos ha llevado durante cinco posts a la primavera del 2017 de Japón. Espero que hayan podido vislumbrar un atisbo de las risas y buenos momentos que este españolito perdido tuvo la suerte de experimentar en uno de esos viajes que Dora nunca olvidará.

La semana que viene estaremos de nuevo en mi querida city de residencia. La actualidad manda y el tren no espera, así que abróchense los cinturones porque vienen curvas...

¿Escuchan el latido de mi corazón?



1a) Tirador de rickshaw. Imagínene la mudanza imperial de finales del siglo XIX. 1b) How about a haircut to remember your travels by? A punto estuve... 2a) Bellísima Geisha en el barrio de Gion. 2b) Pareja de novios comiendo perdices.



Y con esta foto desde el tren camino al aeropuerto de Osaka nos despedimos de Japón. Arigato gosaimas.



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