domingo, 17 de diciembre de 2017

Gabriel y su Adviento

¡Feliz tercer domingo de Adviento!

Ya saben que disponen de cuatro domingos de Adviento -y tres ya han pasado- para ir purificando sus almas y mejorando un poquito su comportamiento de cara a la llegada del niño Jesús. Así que ya saben, a trabajarse un poquito más los temarios de la paz, el amor y la tolerancia.

Bueno, bueno, bueno, no me puedo creer lo que estoy escribiendo.

No sé yo si mis queridos lectores surrealistas creerán mucho, poco o nada en Jesús, María y José y en toda la parafernalia litúrgica que les rodea. Este españolito perdido de pro desde luego anda muy perdido, valga la redundancia, y es que Dora no es muy amiga de los dogmas de fe. Eso sí, respetamos todo tipo de creencias religiosas, sexuales y episcopales siempre y cuando, claro está, el respeto sea mutuo.

Así que, con esta base de respeto -les juro que no me he fumado nada- me lanzaré a contarles cómo se preparan los colegas teutones durante este periplo pre-Natividad, porque sí, en breve celebraremos el dosmilésimo décimo séptimo aniversario de la llegada del niño Jesús a la tierra.

Anda que no se iba a quedar a gusto María después del parto. Y es que, ante la falta de referencias que puedan refutar mi teoría, pienso -luego existo- que María tuvo un embarazo complicado de principio a fin. Un buen día llegó un ángel a su casa, llamó a la puerta y le dijo:

- Hola, soy Gabriel y vengo a comunicarte que vas a tener un niño que llamarás Jesús.

La virgen María, flipando, seguro que le vino a decir algo así como que lo veía complicado porque ella no había catado varón. Pero Gabriel -el ángel, que no el detergente- le dijo que no se preocupara, que todo estaba controlado y que el Espíritu Santo se encargaría de todo.

- Que tenga buen día. Hasta luego. Hasta luego.

Imagínense a la pobre María cerrando la puerta, sentándose en su sofá tonos paja -muy de temporada en Nazaret por aquellos años- y pensando:

- Pues nada, me voy a quedar embarazada del Espíritu Santo. ¿Y quién es él?¿Y en qué lugar se enamoró de mí? Y ahora cómo le cuento esto a José...

Yo creo que ni Gabriel, ni María eran conscientes de la que iban a liar en la tierra tras esa conversación de portal, pero bueno, la liaron y ya está. Desde entonces nos dedicamos todos los años a conmemorar ese momento mágico.

Por estos lares, la gente purifica sus almas durante este período de Adviento llenando los Weihnachtsmarkt o mercadillos navideños y poniéndose hasta arriba de Glühwein (sangría caliente), Bratwurst (salchichas a la brasa) y Erdbeeren (fresas pinchadas en un palo y cubiertas de chocolate). Aprovecho la coyuntura y me voy a purificar un poquito a la alemana.

Y ustedes, mis queridos lectores surrealistas, dense prisa porque María está a puntito de dar a luz y las almas tienen que estar limpias como los chorros del oro. Paranoia de post. Me lo haré mirar...

Nos vemos en el parto el domingo que viene. Vayan ensayando el villancico:

Ande, ande, ande, la marimorena... (¡Cuánto arte!)




domingo, 10 de diciembre de 2017

La mochila naranja

La de la mochila azul, la de ojitos dormilones, me dejó gran inquietud... y bajas calificaciones.

De esta guisa musical me levanto hoy. ¿Han reconocido la canción, verdad? Si no, afortunados ustedes, por lo jóvenes que son. Pero antes de darme al bel canto en versión ¡viva México!, así, recién levantado de la cama, les diré que he tenido mi cada vez más típico momento matutino de deshoje de la margarita:

-"Salgo a correr. No salgo a correr. Salgo a correr. No salgo a correr..."

Tras un tira y afloja de cuidado entre Dora y... Dora -en estas elucubraciones Chispa no suele opinar-  he decidido salir a correr, pero con cara de pocos amigos y en plan "pues ahora voy y corro despacio". Es que, de verdad, no sé lo que me pasa últimamente pero no hay manera. Salgo a correr con muy pocas ganas y con mis ojos verde-pardo-marrones con un 20% de abertura visual. Y encima, no se pierdan las gélidas temperaturas que reinan por estos lares. Lo único que apetece es quedarse a la lumbre de la chimenea. Ah, no, que no tengo chimenea. Pues nada, a correr...

- "Madre del amor hermoso. Pero, ¿qué necesidad hay de que haga tanto frío?"



Pero al final siempre pasa lo mismo. Sobre la marcha te vas calentando. Con la música te vas viniendo arriba y, entre inclinación de cabeza e inclinación de cabeza -así nos saludamos los runners majos por aquí-, de repente te da un subidón y te ves esprintando; esprint éste, tampoco nos engañemos, que dura un suspiro porque Dora enseguida se pone a gritar:

- "Pero chico, ¿dónde vas? ¡Echa el freno!"

Total, que de regreso a casa, de repente me veo entonando, o por lo menos lo que uno considera entonar, la famosa ranchera con la que comenzaba el post. Y es que, no sé si recordarán mis queridos lectores surrealistas que la semana pasada les dejé allá por finales del año 2015 d.C., con un Windsor atado de aquellas maneras a mi cuello y entrando en mi nuevo lugar de trabajo, entre flores, fandanguillos y alegría, con una mochila naranja al hombro, moderna y rejuvenecedora como ella sola. Pues se conoce que ni moderna, ni rejuvenecedora. Iluso de mí. Seguiré comiendo arándanos.

Ese mismo fin de semana, mi primer fin de semana perdido en la city, la querida secretaria del jefe del reino -una Diosa del glamour y la elegancia- me llama desde vaya usted a saber qué maravilloso lugar de Alemania, porque había visto una mochila negra para ordenadores portátiles ideal y que si quería que me la comprara. Cualquiera le decía que no. A día de hoy pienso que la llamada fue de cortesía y que la fantástica mochila de ejecutivo wannabe estaba ya comprada.

Mi querida mochila naranja había sido desterrada. Una semana había sobrevivido ella a las trifulcas de palacio. Pues nada, la utilizaré para ir al PlusPlus. A ver si la semana que viene les escribo de verdad por fin sobre mi querido PlusPlus.

He aquí la mochila naranja.

En fin, que el jueves de la semana pasada fue el último día en palacio de mi querida "Diosa del glamour y la elegancia". Un día muy triste. Esta Diosa jugó hace dos años un papel fundamental en la integración de este españolito en la city y en un mundo nuevo y totalmente desconocido que se abría ante mis ojos verde-pardo-marrones. Pero por circunstancias que no vienen a cuento, la susodicha, toda una institución de mi empresa, abandonó el juego la semana pasada tras 37 años de trabajo y total dedicación.

Pero bueno, como uno es optimista de nacimiento y por vocación, decidí hacerle mi particular homenaje, saltarme la legislación del destierro vigente y regresar a palacio con la mochila naranja. Hace dos años esa misma mochila llegó vacía, una semana después la desterraron y dos años después regresaba llena de risas y aventuras, algunas de las cuales les iré desglosando en este indiscreto blog.

Sobre la "Diosa del glamour y la elegancia" no se preocupen porque sigue vivita y coleando y volverán a saber de ella. Qué me gusta utilizar el término colear...

Feliz segundo domingo de Adviento a todos. Pero, ¡qué ganas de Navidad y de E'pañaaa, por favor!

Hasta la semana que viene.



domingo, 3 de diciembre de 2017

Mi primer día

Esta semana les iba a escribir sobre mi querido PlusPlus, espacio donde ejercito mis ya-quisiera-yo muy desarrollados pectorales, pero la semana ha estado un poco saturada de emociones y, como no sabía muy bien ni por dónde empezar, he decidido cambiar el guión. Mejor empezar por el principio, ¿no les parece? ¡Venga! Y el PlusPlus para otro día.

Remontémonos todos juntos de la mano -teletransporte conjunto confraternizado- a finales del año 2015 d.C. Muchos de ustedes, mis queridos lectores surrealistas, ni siquiera habrían nacido. ¡Qué me gusta exagerar!

Ya conocen la historia del pueblo, de la ola, el aterrizaje en la city, el armario renovado y todo eso... Pero, tras mucho deambular de aquí para allá, llegó el día que a este españolito no le quedó más remedio que atarse los machos y presentarse en su nuevo puesto de trabajo. Una nueva aventura estaba a punto de comenzar.

Más que los machos, lo que realmente me tuve que atar esa mañana, antes de salir de casa, fue el nudo de la corbata. Sí, mi nuevo puesto de trabajo requería y requiere de semejante habilidad, así que ya me ven la noche anterior haciendo un curso online sobre nudos marineros. Oigan, no pegué ojo en toda la noche. Chispa y Dora se montaron una juerga de cuidado y no hubo manera -y si la hubo ni me enteré- de caer bajo el embrujo de Morfeo. Y, claro, llegó la hora de hacerse el nudo de la corbata a la mañana siguiente y comenzó la fiesta; la de verdad.

El curso marinero intensivo "corre, corre que te pillo" había sido de lo más completo, pero Dora -así es ella- recordaba solamente dos de ellos: el sencillo y el Windsor (de la dinastía Windsor de toda la vida),

No vean la de veces que tuve que atar y desatar esa mañana al jodido querido primo de Isabel II, mientras un experto en protocolo de Youtube, con acento sudamericano él, me explicaba muy amablemente los pasos a seguir. No había manera:

Que si la corbata ha quedado un palmo, dos palmos, tres palmos por debajo del cinturón. Que si ahora me queda por la zona 6-pack (efecto PlusPlus imaginario). Que si tira por aquí, tira por allá, pon los dedos aquí, sujeta, pasa, tira, aprieta, afloja...

- "¡¡Mierda de nudo!!"

Si hubiera podido, yo creo que Oswaldo -el personaje sudamericano experto en protocolo de Youtube que vaya usted a saber realmente cómo se llamaba- habría salido de la pantalla para hacerme el nudo él. Les juro que estuve a punto de desistir, pero no, este españolito nunca se rinde.

- "Esta corbata tiene ya más arrugas que mi tez facial mega hidratada. Venga, a plancharla otra vez..."

Y al final, tras una sudada de "a este paso me voy a tener que duchar de nuevo" y "es la última vez que lo intento, quede como quede me voy", consigo que el primo de Isabel II quede atadito de una manera algo parecida a eso, a un nudo de su familia: los Windsor. Realmente yo creo que inventé un nuevo nudo; un híbrido entre Windsor y sencillo.

Estaré eternamente agradecido a Youtube por enseñarme a hacer, en diferentes momentos de mi aunque-no-lo-parezca extensa vida, tres cosas muy importantes: 1) garbanzos con bacalao, 2) churros y 3) nudos de corbata. Lo de los churros y los garbanzos con bacalao lo dejamos para otro post, por aquello de mantener una línea narrativa ordenada. Hala pues...

Total, que me presenté en mi nuevo lugar de trabajo ideal de la muerte. Bajo mi daltónico e inexacto punto de vista, todo estaba perfecto. Hasta los colores diría yo que iban a juego.

Y ustedes se preguntaran, pero ¿de qué color era la corbata? Pues les diré que la corbata era de un color rojo, rojo, pero muy rojo: ¡Olé! Vamos, que me faltó entrar en la oficina entonando el famoso cántico: "entre flores, fandanguillos y alegría...". Pero como uno es así de discreto -al color de la corbata me remito-, me ahorré el cántico.

La jornada transcurrió sin grandes contratiempos. Mis nuevos compañeros, compañeras y jefe del cotarro hicieron que mi primer día fuera realmente muy fácil. Uno se adapta a cualquier situación, aunque bien es cierto que Dora no paró de enviarme whatsapps durante todo el día en plan: "madre del amor hermoso, ¡dónde te has metido!"

Llegaron las sieteochoytantas de la tarde y decidí aflojar las cadenas del primo Zumosol, digo, Windsor.

- "¡Madre qué alivio! Si hasta parece que respiro mejor".

Pero les confesaré un secreto. Aquel nudo Windsor que conseguí hacer aquella mañana con los ojos cerrados, sigue ahí literalmente intacto. Tal cual lo hice, tal cual se quedó. De vez en cuando un planchadito y... ¡a jugar!: aprieta, afloja, afloja, aprieta.

Respecto a los colores, les confesaré también -Ave María purísima- que quizás hubo uno que fue un poco a su bola y ése fue el de mi mochila. Una fantástica mochila naranja que ¡me encanta! y que, oigan, hasta pensé que me daría un punto joven y moderno. Pero se conoce que no; ni joven, ni moderno. Si Oswaldo la hubiera visto...

Oswaldo no la vió, pero la secretaria del jefe del cotarro -una Diosa del glamour y la elegancia- sí, y al instante. Del Windsor encadenado o de los fandanguillos y alegría de la corbata no dijo nada, por lo menos ese día, pero de la mochila no se pudo resistir.

Pero de esto ya les hablaré en el próximo post, que estoy cogiendo carrerilla.

¡Viva Purificación García! ¡Viva!