domingo, 18 de febrero de 2018

La gripe

Sí, la gripe me ha tenido atrapado en sus tentáculos estos últimos días, pero bien atrapado. Me imagino que simplemente soy uno más de los miles de afectados que hay por ahí dando tumbos con este virus cojonero tentaculeando, pero bueno, es lo que hay...

Sinceramente uno ya está acostumbrado a caer resfriado por lo menos una vez al año, y eso que soy pro-suplementos vitaminados, pero lo de este año, de verdad, ha sido de una intensidad casi preocupante.

¿Han mutado los virus? ¿Se han hecho los muy puñeteros inmunes a la miel? ¿Les encanta ahora el jengibre? ¿Se descojonan desenredan de risa ante un empacho de sopa de pollo con verduras? Se las saben todas los muy capullos. No sé lo que será, pero la realidad es que he estado diez días en un estado catatónico, de esos de "prepara el testamento que se acaba el mundo".

Esa sobre producción de mucosidad nasal que no hay manera de hacerla fluir. Esa tos que, claro, se atasca en tu propia mucosidad. Desorden total en primera línea de batalla defensiva en un intento estéril por expulsar a los agentes externos. Esa cabeza que protesta sólo por querer ver lo que pasa a tu izquierda o a tu derecha. Esos inocentes lacrimales activados intentando reforzar la primera línea de batalla. La sala de máquinas sudoríparas echando humo. La comisura de la nariz agrietada y con un tono de piel rojizo totalmente indisimulable. Ríete tú del deterioro de las pinturas de Sijena. Te miras al espejo y piensas: ¡menudo cuadro! Cuando pase todo esto me hago un lifting facial urgente.

Y así, entre pollos, frutas y hortalizas, pasaron los años, digo los días; que se me han hecho muy largos lo últimos diez. Ya les digo yo que eso de que "todo resfriado se cura con antibióticos en siete días y sin antibióticos en una semana" se ha quedado obsoleto. Los nuevos virus resisten más y se adueñan del castillo por lo menos diez días, así que si les pilla uno de ellos, ármense de paciencia y lean. Cuando pase todo, pongan la música en alto y desinfecten bien sus casas. El felpudo de la entrada lo tienen que sacudir. Esto último no hace falta que lo hagan porque realmente no sé muy bien para qué lo he escrito.

Yo de momento me voy a tomar un vino al Kleinmarkthalle -uno de mis sitios favoritos de la city- para ir reconciliándonos con Dioniso, que seguro que ha estado preguntando últimamente dónde se ha metido el españolito. De este lugar les contaré la semana que viene porque, de verdad, no tiene desperdicio.

Kleinmarkthalle: da igual el tiempo que haga, que siempre estará a rebosar

En fin, mis queridos lectores surrealistas, que en ese balcón de la foto estamos de nuevo sanito y coleando, más coleando que sanito, pero bueno... bastante recuperados ya. Les confesaré que vivo en un sinvivir esperando la primavera como agua de Abril, que la acumulas en un barril y así, en Mayo, tienes aguas mil mientras te pones el sayo en la cabeza en plan turbante. Aunque recuerden que el agua que has de beber es mejor dejarla correr, o no, según la sed que tengas en ese momento, total, siempre llueve a gusto de todos. Y si no llueve hoy, pues ya lloverá mañana. Me encanta el refranero español:

"Al que trabaja y anda desnudo, ajo y vino puro".

Ya ven, consecuencias febriles de la gripe. Nos vemos la semana que viene en el Kleinmarkthalle.

¡Pasen buena semana!

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